martes, 29 de mayo de 2007

Las mil caras de un reloj





Del mismo modo que en la comunicación con una persona, si queremos que un reloj nos “comunique” la hora, hemos de mirarle a la cara. La cara de un reloj no es otra cosa que lo que se ha dado en llamar su esfera. (Según la definición del diccionario, esfera es el
círculo en el que giran las manecillas de un reloj).

La esfera no tiene la misma antigüedad que el invento del reloj, ya que los relojes primitivos no la llevaban, precisamente por que no era entonces necesaria. El reloj no se “veía”, sino que se “oía”, los primeros relojes eran monumentales y estaban colocados en torres de iglesias y edificios públicos, marcando el paso del tiempo mediante campanadas.


Cuando la técnica relojera fue avanzando y las nuevas maquinarias eran capaces de dividir el tiempo en fracciones más pequeñas con relativa precisión, se vio la necesidad de dotarlos de un sistema visual (la esfera), dividido en doce (al principio eran veinticuatro) horas, con sus divisiones intermedias, que eran señaladas por las agujas (Al principio sólo una).

Este sistema ya estaba plenamente establecido cuando, a mediados del siglo XVIII, llegó la gran expansión de los relojes de bolsillo y domésticos.

Si ahora nosotros miramos nuestro reloj de pulsera, aparte de ver la hora, el día y tal vez alguna indicación más, vemos siempre en sitio destacado, naturalmente, la marca (hoy nadie llevará un reloj en el que no esté estampada una marca). Se leerá también alguna característica del reloj, como que tiene 17 rubíes, como que es de fabricación suiza (o japonesa) o que es sumergible hasta los 100 metros.

Pues bien, cuando uno empieza a coleccionar y a ver relojes antiguos, de bolsillo, de pared o de sobremesa, se extraña al principio de no ver en las esferas de los mismos, en la mayoría de las veces, indicación alguna de su procedencia.

A veces aparecen nombres grabados que pueden indicar una característica del reloj, “cronómetro”, “regulador”, etc. En ocasiones aparece un nombre que no es el del relojero, sino del comerciante que los vendía.

De esta forma, una gran parte de los relojes fabricados antes de la irrupción de las primeras marcas son anónimos. Solamente en una parte de ellos, casi siempre los de mayor calidad se puede encontrar grabado en la maquinaria algún dato que nos ayude a identificar su procedencia. Otras veces vemos grabado el nombre del relojero o del taller que fabricaba el reloj, etc.

Os pongo unas fotillos que ilustran un poco lo que hemos hablado. La primera esfera sin leyenda alguna. Vemos después otra con la indicación de “Cronómetro”. C. Detouche (nombre grabado en otra de las esferas) era un reputado comerciante que fue “Proveedor del Emperador” y posteriormente “de la Ciudad de París”, aunque la maquinaria del reloj está fabricada por Japy Freres. Finalmente otra esfera con “marca” de la época.

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