martes, 20 de febrero de 2007

La precisión en la medida del tiempo

Cuando consultamos nuestro reloj de bolsillo…(Sí, ya se que no lleva nadie reloj de bolsillo). Bueno, cuando consultamos nuestro reloj de pulsera vemos de un modo automático la hora que nos marca. Es lo normal. Está para eso, para saber la hora.

Lo que no pensamos es que lo que ahora es una cosa cotidiana y sin importancia, tiene detrás una larga historia, que empieza en los albores de la civilización.

Pensemos, de forma superficial, como ha evolucionado la medición del tiempo.

Al principio la menor unidad de tiempo conocida era el día. El hombre no sabía medir nada menor. Mas tarde, a lo largo de miles de años, fue la hora; desde los primeros relojes de sol hasta los primeros mecánicos.

Hacia el año 1500 empezaron los primeros relojes públicos, en iglesias y ayuntamientos, a dar los cuartos. Al principio no tenían ni esfera, solamente sonaban las campanadas.

En 1656 Christian Huygens aplica el péndulo a los relojes, consiguiendo así una precisión de un minuto. En 1670 se aplica por primera vez un péndulo de 99,31 cm., que da una precisión de un segundo y una exactitud de más menos 10 segundos al día.

A partir de esta fecha del desarrollo de la relojería va encaminado a mejorar la exactitud, con ayuda de inventos mecánicos que llegan a conseguir resultados que hoy nos parecen asombrosos. (Otro día hablaremos de los cronómetros marinos).

Hacia 1950 comienza la relojería electrónica, que llega a una precisión de centésimas de segundo.

Hoy tenemos que hablar de los relojes atómicos, basados en la radiación del cesio 133 que da una precisión de unas milmillonésimas de segundo. (Casi 10 mil millones de veces más exacto que el de Huygens.

Y seguramente no hemos terminado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante. Gracias